viernes, 10 de julio de 2020

PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO

...Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja a las noventa y nueve restantes en un lugar seguro del desierto, y va en busca de la extraviada, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Regocijaros conmigo, porque he encontrada mi oveja perdida.
¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.

Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.


Y comenzó a contarles la Parábola del Hijo Pródigo, diciendo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.


Y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.  Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: !Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!  Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestirle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.


Lo verdaderamente importante que nos dice Jesús, es que mientras el pueda, no dará a uno de sus hijos por perdidos, aunque siempre nos dejará la libertad de usar el libre albedrío, para hacer lo que nosotros creamos, aunque el sepa que vamos a equivocarnos.

Pero que su mayor alegría es ver de vuelta a ese hijo que se descarrió, y recibirle con los brazos abiertos, y... algo muy importante, es que nunca nos reprochará los errores, siempre estará para acogernos y ayudarnos a recuperarnos junto a él, sin rencores ni reproches.

Ya que Dios, no juzga a aquél que llega a él arrepentido.  Dios perdona, no juzga.
Pero hay de aquél que persiste en su pecado y se presenta ante él sin arrepentimiento, porque para ese será el castigo que Dios tiene para los pecadores en la vida eterna.

2 comentarios:

  1. Todo en su justa medida, Dios se regocija porque retomamos el camino del bien cuando estamos descarriados, si lo hacemos con verdadera conciencia y arrepentimiento. Dios conoce nuestros corazones, no lo podemos engañar, el que acude a su perdón y misericordia, la obtendrá con la verdad; más no debemos abusar de su misericordia y reincidir una y otra vez, pues como buen padre nos disciplinaria; debemos tener temor a Dios "respeto y obediencia"

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    1. Una pequeña reflexión: ¿cuantas veces perdonarías a cualquiera de tus hijos?
      Busca y lee a Mateo 18:22
      La respuesta que le dio Jesús a Pedro cuando Pedro le pregunta al Maestro cuántas veces habría que perdonar, éste le dice: “ No te digo hasta 7,si no hasta 70 veces 7” Con ello quiso decir que Siempre, en todas las ocasiones y todas las veces que se nos pida perdón.

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